17.4.17

9 hábitos con los que causas mala impresión (también en Internet)


Actuar como uno verdaderamente es sin verse influenciado por la opinión de los demás es sinónimo de personalidad y está bien visto y valorado por la mayoría de personas. Sin embargo, en según qué circunstancias, esta actitud puede salirte cara.

Cuando lo que quieres es causar buena impresión (por ejemplo, en una entrevista de trabajo o para impresionar a alguien) es probable que haya ciertas cosas de ti que te interese ocultar o al menos no manifestarlas a la primera de cambio.

Nos guste o no, la primera impresión que los demás se llevan de nosotros cuenta y mucho, y si no es la adecuada, después cuesta trabajo revertirla. La mayoría de las veces se trata sólo de pequeños detalles, pero que tienen la fuerza suficiente para el otro se haga una idea de nosotros, que puede ser positiva (o no).

Como suele decirse, “no hay segunda oportunidad para una primera impresión”. Por eso, hoy queremos repasar algunos hábitos que todos practicamos a veces, ya sea en el ámbito físico u online, y que pueden jugar en nuestra contra en la impresión que damos a los demás:

Compatir toda tu vida en redes sociales
Uno de los hábitos que te pueden labrar mala fama sin que los demás te conozcan demasiado es compartir todo cuanto haces en tu día a día en redes sociales (algo que últimamente se ha incrementado más si cabe con la funcionalidad de muchas redes sociales de publicar contenidos efímeros).

Muchos estudios demuestran que quien tiene esta conducta siente la necesidad de aprobación de los demás, falta de autoestima o de llamar la atención. Además, si cada vez que haces algo piensas en publicarlo, no estás disfrutando de lo que haces.

Contar intimidades sin haber confianza
Cuando alguien acaba de conocerte, no le interesa saber sin eres infiel con tu pareja o si tu sobrino ha sido expulsado del colegio por mal comportamiento. Hay aspectos de la vida privada que no conviene compartir cuando estamos conociendo a alguien, porque en lugar de sinceros, pareceremos desvergonzados y alguien que no sabe comportarse en ámbitos sociales.

No contar nada
Las relaciones personales se basan en dar y recibir. Del mismo modo que sincerarse por completo no causa buena impresión, tampoco lo hace que no cuentes nada sobre ti. Y mucho menos que preguntes demasiado. Para que la otra persona se abra contigo tienes que hacerlo tú, o de lo contrario parecerá que ocultas algo o que no eres de fiar. Esto es algo que a las personas reservadas les cuesta trabajar.

Esconder las emociones
Este hábito tiene bastante relación con el anterior y tampoco genera buena impresión. Si te limitas a compartir con los demás hechos banales pero nunca expresas lo que sientes, resultarás una persona inaccesible y poco natural. Quienes comparten sus emociones son percibidos como personas naturales y extrovertidas con las que es fácil tratar.

Ser demasiado amable
Puede que seas de esas personas que, para tratar de causar una primera buena impresión, se muestra amable, desinteresado o dispuesto a hacer favores. Esto, que objetivamente son todo actitudes positivas, puede tener una doble lectura y ser interpretado de forma negativa por parte de los demás. Por un lado porque puede resultar forzado, y por otro, porque pueden pensar que escondes algún interés y no vas de frente.

La falsa modestia
La siguiente escena es bastante frecuente durante una entrevista de trabajo: el reclutador le pregunta al candidato por un defecto reseñable, y a este no se le ocurre otra cosa que decir “lo demasiado perfeccionista que es” o definirse como “workaholic” (que vive por y para el trabajo).

Este tipo de actitud, consistente en “criticarse” empleando una virtud, es lo que los investigadores de la Harvard Business School bautizaron hace tiempo como humblebragging, y que en España conocemos desde siempre como falsa modestia. Quienes trabajan en Recursos Humanos la calan a la legua y está mal vista entre profesionales (y a nivel general).

No sonreír nunca
Está demostrado: el poder de una sonrisa es universal. Ya sea en persona o en una fotografía, al sonreír transmitimos cercanía, confianza y productividad en quien nos mira, hable el idioma que hable y venga de donde venga. Es uno de esos elementos del lenguaje no verbal que más poder comunicativo tienen.

Por eso, si te cuesta sonreír o incluso si no lo haces nunca, la impresión que los demás se harán de ti será inversamente proporcional a los atributos descritos: parecerás distante, borde y difícil de tratar.

Vincularte a gente poderosa
A la hora de hacer networking, expertos en talento y liderazgo recomiendan tener referencias de otros profesionales con los que hayamos trabajado, porque lo que digan los demás de nosotros siempre tendrá más poder de persuasión que lo que podamos decir nosotros mismos.

Pero una cosa es tener opiniones de terceros y otra alardear de conocer gente con cierto caché o con poder. En la Universidad de Zurich hicieron un experimento donde varios candidatos a un empleo mencionaban su relación con gente famosa, y los resultados fueron más bien contraproducentes: resultaron poco creíbles e incluso frikis para los reclutadores.

Fuente: ticbeat.com (Lara Olmo)