El químico ruso Dimitri Mendeléyev publicó en 1869 la primera versión de la tabla periódica que contenía los 63 elementos químicos descubiertos hasta entonces. La actual contiene ya 118, con los cuatro últimos nombres incorporados.
Han aumentado en número, pero han disminuido en cantidad. El motivo: algunos de sus integrantes son cada vez más escasos en la Tierra debido a la acción del hombre. Según la Sociedad de Química estadounidense, las reservas de 44 elementos químicos están en peligro y podrían resultar insuficientes en un futuro no muy lejano.
Los expertos los han representado en una tabla periódica de elementos amenazados, dividiéndolos en tres categorías en función de su riesgo de desaparición. Mientras que la disponibilidad de algunos como el cobalto o el fósforo se verá limitada, otros casos son más preocupantes y se consideran en grave peligro. Nueve elementos componen el grupo de los más afectados: el helio, el zinc, el galio, el germanio, el arsénico, la plata, el hafnio, el iridio y el telurio.
Así por ejemplo, y a pesar de ser el segundo elemento más abundante en el universo, las reservas de helio se han reducido enormemente. Este gas luminoso tiene gran cantidad de aplicaciones que van desde los globos hasta las máquinas de resonancia magnética. El problema es su ligereza: pesa tan poco que se escapa constantemente de la atmósfera. Según algunas estimaciones, las reservas de helio podrían durarnos en torno a 25 años.
Un buen número de estos elementos en peligro de desaparición son ampliamente utilizados en la industria tecnológica. Mientras que el iridio es un componente fundamental de las pantallas táctiles de móviles y tabletas, el hafnio se usa en la fabricación de motores de aviones y en centrales nucleares.
Otras de estas sustancias, aunque menos amenazadas, también podrían desaparecer del planeta. Es el caso del paladio, el rodio y el platino, que se utilizan como catalizadores en los motores de los coches. Las tierras raras, por su parte, se emplean para fabricar dispositivos electrónicos. El neodimio, por ejemplo, está presente en los auriculares y los discos duros de los ordenadores.
El reciclaje, la reutilización y la búsqueda de elementos o procesos alternativos son algunas de las posibles medidas que pueden llevarse a cabo para evitar la desaparición de estos valiosos elementos.
Fuente: tecnoxplora.com